NUESTROS RELATOS

FUIMOS MOVILIZADOS

Publicado por Sergio Gustavo Ojea en http://www.fuimosmovilizados.blogspot.com/ 1/3

Esta historia jamás fue contada oficialmente. Nadie se interesó por contarla. Sólo los que estuvimos allí, la conocemos. Y todavía nos cuesta contarla a nuestros familiares y amigos.
Si tuviéramos que darle un inicio, podríamos retrotraernos a aquél 2 de abril de 1.982, cuando nos llamaron al frente del edificio de la Batería, y nos informaron que habíamos desembarcado en las Islas Malvinas, y se había izado la Bandera Argentina.
Pero, para entrar en ambiente, vayamos primero al 9 de marzo del mismo año. Ese día comenzamos a cumplir nuestro Servicio Militar obligatorio en el GADA MIXTO 602, integrante de la Agrupación de Artillería de Defensa Aérea (AADA) 601, de la ciudad de Mar del Plata, ubicada sobre la costa, en la zona de Camet.
Reunidos en la Plaza de Armas de la Unidad, se asignó a cada soldado a una Batería, a fin de completar las Dotaciones.
El GADA MIXTO 602, (Se llama Mixto porque entre su armamento cuenta con cañones y lanzamisiles), a dónde fuimos asignados, se compone de 4 baterías, a saber: Batería "A"; Batería "B", "comando" y " Servicios". A más de cien soldados, entre los que figuraba yo, los enviaron a la Batería "B", (TigerCat), algo así como la élite del GADA 602. Todos los que dijimos que teníamos estudios secundarios completos fuimos enviados allí.
De la plaza de armas nos dirigimos al edificio de la batería, a fin de recibir nuestros uniformes y asignarnos puestos específicos.
Treinta y tantos soldados, con estudios secundarios completos, fuimos designados A.O.R (Aspirante a Oficial de Reserva), lo que nos acarrearía un entrenamiento más completo, manejo de todo tipo de armas, y a la postre un largo viaje.
Una vez cumplimentado el corte de pelo por el peluquero "manos brujas", llamado así porque te lo tocaba y lo hacía desaparecer, y ya aplicada la vacuna "Anti-todo", con algunos desmayos de por medio, nos enviaron a la batería, para informarnos que ahora empezaba el " Mes de Instrucción en el Campo".
Así fue que partimos en camiones, con rumbo norte, a una estancia llamada " San Manuel ", ubicada en las cercanías de la ciudad de Mar Chiquita, con todo nuestro equipo completo.
En la estancia nos dieron un entrenamiento muy duro. Carrera-mar, salto de rana, cuerpo a tierra entre los cardales (Secos), marchas de kilómetros con todo el equipo a cuestas, y atletismo en la playa privada de dicha estancia.
Vivíamos en nuestras carpas para dos soldados, ubicadas en un desnivel, dentro de un monte de eucaliptos, y cuando llovía el agua nos llegaba al pecho. Estábamos seguros que era a propósito.
Allí aprendimos a saltar alambrados, arrastrarnos sigilosamente, a apuntar a blancos, marchas, supervivencia, y a matar de todas las formas posibles, además de todo lo necesario a fin de soportar una lejana e hipotética guerra. Así aprendimos uno de los dichos que pocos olvidaríamos: "el soldado debe ver y no ser visto; oír y no ser oído". A lo que yo agregué " matar y no ser muerto".
Los domingos fueron los únicos días de ese mes que nos bañamos. A fin de recibir la visita de nuestros familiares, nos llevaban al cuartel en camiones, nos metían de a 20 ò 30 soldados en las dichas, y con el grito "un minuto para bañarse", apurábamos el jabón. Se imaginarán lo que era bañarse así, luego de una semana de arrastrarse por la tierra, pasto, arena y saltar y correr para todos lados.
Bien, terminado el mes de instrucción, (Gracias a Dios), los últimos días de marzo, volvimos al cuartel.
Luego de unos días de prácticas, manejo de cañones, etc., nos reunieron al frente de la Batería y nos dieron una noticia: Habíamos desembarcado en las Islas Malvinas, y las habíamos arrebatado de manos de los piratas ingleses. Era el 2 de abril de 1.982.
No sé cómo definir nuestra reacción. Por un lado, estábamos contentos, gritábamos y saltábamos, pero por otro lado estábamos confundidos, al no saber qué se exigiría de nosotros. Recuerden que sólo llevábamos un mes y días en el Ejército.
De inmediato se puso el radar a funcionar las 24 hs., y se doblaron las guardias. Apostamos nuestros cañones de 35 m.m. a lo largo de la costa, frente al GADA. A partir de ese momento, y a lo largo del mes de abril, hicimos guardia permanente en las posiciones, día y noche, esperando algún ataque sorpresivo a la Agrupación.
Entre guardias diurnas y nocturnas, y buenas noticias sobre las posiciones de Malvinas que escuchábamos en radios; aunque las noticias sobre la flota británica que venía en camino nos preocupaban un poco, fue corriendo el mes de abril.
Llegado el 1º de mayo, y con la Flota Inglesa sobre Malvinas, se produjo la primer batalla. Aviones argentinos bombardearon la flota y entablaron combate con los temibles aviones ingleses Sea Harrier, superiores en tecnología a los nuestros. Así se consumó el Bautismo de Fuego de nuestra Fuerza Aérea Argentina. Y, también el comienzo abierto de las hostilidades. Era la GUERRA, no había ya, posibilidades de arreglar el conflicto por vías diplomáticas.
Nos juntaron a todos los A.O.R. de la Batería y nos ordenaron preparar nuestros equipos para ir “al sur”. Nos acompañarían los oficiales y suboficiales, y algunos soldados de la batería "A", ya que los nuestros, junto con los soldados de la clase 62, ya estaban en las Islas Malvinas, luchando contra el enemigo.
El día 3 de mayo, muy de mañana, nos encontró cargando cañones, directores de tiro, camiones, generadores, y tanques aguateros, en vagones abiertos, en la Estación de Trenes de Mar del Plata. Fue un trabajo arduo, ya que cada pieza pesaba toneladas. Los soldados viajaríamos en " clase turista", con hermosos asiento de madera cuyas tablas quedarían marcadas en nuestras espaldas y traseros.
Cuando vi la película " Iluminados por el Fuego ", a cuyo autor agradezco la idea de escribir este libro, y le rindo homenaje en el subtítulo del mismo, no pude menos que sentir nostalgia por aquellos días. ¿ Quién no pidió " permiso para ir al baño ", y aprovechó la oportunidad para telefonear a su familia, desde la Estación?. Yo lo hice, así como muchos otros, y de esa forma los familiares se enteraron que nos llevaban a la Guerra. Mi madre y mi hermano llegaron a tiempo para despedirme, (vivíamos cerca). Besos, abrazos, lágrimas. Otros no tuvieron tanta suerte.
Al fin arrancó la locomotora, que tiraba de un convoy de cientos de metros y toneladas de peso. Y muy lentamente comenzó a dirigirse al sur, su último destino sería San Antonio del Oeste.
el viaje se hizo lento y aburrido. Tratábamos de bromear, pero con los cascos, fusiles y munición a nuestro alrededor, la realidad se mostraba sola. Íbamos a una Guerra.
En el viaje pasamos por muchos pueblos, y como se le había dado publicidad, (seguro que como propaganda de guerra), había muchedumbres esperándonos en los andenes de todas las estaciones.
No podíamos bajar del tren, pero la gente nos alcanzaba por las ventanillas chocolates, galletitas, pan dulce, cigarrillos, guantes y bufandas. (Todavía conservo una bufanda, de lana verde con flecos, que me lanzó una desconocida, ya ni recuerdo dónde. GRACIAS, Señora. Me fue muy útil y aún la uso.)
Según parece para toda esa gente, éramos los soldados argentinos que íbamos a la guerra para defender nuestro país, por eso nos besaban, abrazaban, vitoreaban y entregaban lo que podían para colaborar. Por un momento, nos sentimos sus héroes.
Luego de pasar por muchas localidades, comiendo y durmiendo en el tren, al fin llegamos a San Antonio del Oeste. El fin de las vías.
Así fue que descargamos tanque de agua, cañones, etc., allí y se armó otro convoy. Cada camión llevaba a remolque un equipo. En los Mercedes Benz 26/24 viajábamos los soldados con todo nuestro equipo, casco, fusil, etc. Estos 26/24 tienen una caja cerrada con lona, de unos 3x7 mts. de largo, aproximadamente. Allí dormíamos, acostados en el piso uno al lado de otro, como para calentarnos un poco, ya que la temperatura descendía, a medida que nos adentrábamos más en el sur de nuestro país.
Fuimos haciendo paradas a lo largo del camino, en las Unidades militares que encontrábamos en cada ciudad, donde no las había parábamos en el costado de la Ruta, ó en caminos adyacentes.
Estas "paradas" eran con el fin de comer, pasar la noche, cargar combustible, etc. En uno de los cuarteles donde paramos, conocimos a nuestro cocinero, al que apodamos, "cariñosamente", "Harry el Sucio". Estaba recogiendo papas hervidas del suelo y las ponía en su cacerola. Momentos después nos las servía con el resto de la comida.
Durante el día, mientras íbamos en viaje, nos arreglábamos con un par de sandwichs de jamón y queso, que nos alcanzaban al camión.
Con el correr de los días, el frío aumentaba y nuestro organismo nos pedía más comida. No la había. Por esos días, comenzaron las "Advertencias" sobre la Deserción en Tiempo de Guerra. Era fácil separarse del grupo y "perderse", para volver a casa, y algún soldado podría intentarlo. Sobre todo para no ir a la Guerra. Entonces nos informaban, casi a diario, que el desertar en tiempo de guerra, se considera Traición a la Patria y su castigo es el fusilamiento. Estas "advertencias-amenazas", continuaron hasta finalizada la guerra.
Siguiendo la Ruta 3, al fin, un día nos salimos del camino sorpresivamente, hacia la izquierda, nos internamos una decenas de metros a campo través y nos detuvimos. Habíamos llegado a nuestra Posición de Combate, luego de 7 días de viaje en tren y en camión. Era el 9 de mayo.
Estábamos en el medio del campo, a pocos kilómetros de Puerto San Julián, pueblo ubicado sobre la costa de la provincia de Santa Cruz, cerca del paralelo 49º de latitud sur, y colocados entre el mar y la Base Aérea Militar (B.A.M.) que deberíamos proteger.
La mitad del Contingente siguió viaje rumbo al sur, hacia Río Gallegos, donde prestarían protección a la base aérea local.
Extraído de "Mis Vivencias en el Guerra de Malvinas 1982" de José Luís Martínez Eyheramendy. (Leer su blog en Internet)
La primer cita que tomé prestada es del 30 de abril, 9 días antes de que nuestra Unidad llegara a apostarse frente a la B.A.M. San Julián y da fé de la situación con la que nos encontramos al llegar allí. Dice así:
30-abril ..... " al oscurecer sonó la alarma y se ordenó bajar las bombas y los misiles. Existía la inminente posibilidad de un ataque aéreo por parte de los aviones Vulcan que los radares argentinos habían detectado, informando que se dirigían en dirección al Continente que se hallaba a menos de 50 minutos de la posición de esos aviones.
Mientras en San Julián se alistaba todo para el repliegue de los aviones...... los mismos empezaron a llegar a las 22:00 Hs. (N. de A.: a la Base Aérea de Tandil).... También querían saber como era la situación en San Julián.
....dando el final a la alarma, que por suerte era falsa, a pesar de que fue real la incursión de los aviones británicos."
Prosiguiendo con mi narración, pusimos manos a la obra con suma urgencia, a fin de dejar las posiciones de combate en funcionamiento. El tiempo corría, los ingleses estaban sobre Malvinas y de la base aérea que custodiábamos, partían los aviones que bombardeaban su flota. Era de esperar una incursión aérea británica con el fin de anular las bases aéreas y destruir los aviones en tierra. Por otro lado también se temía una incursión, por tierra, de Grupos Comandos, con la misma finalidad.
Luego de mucho trabajar llegó una pala mecánica, de Vialidad del pueblo, para formar un cerco alrededor del cañón, a fin de protegernos de balas y esquirlas de bombas. En un impacto directo de bomba. Adiós.
La pala sacó mucha tierra del mismo lugar y se formó un foso de unos 3 x 8 mts., con una rampa de entrada. Ese foso, luego de acondicionarlo, sería nuestro hogar por los próximos dos meses.
La Posición de Combate se conformó de la siguiente manera:
1 cañón bitubo de 35 mm. a la izquierda(Pieza 1), el Director de Tiro en el centro, a unos cientos de metros, y a la derecha, (al sur), otro cañón bitubo de 35 mm.(Pieza 2 ). Unos sesenta metros detrás de cada cañón, fue colocado el generador a gas-oil, que provee la energía eléctrica para que éste funcione. Los cables de conexión, corrían bajo tierra entre los cañones, los generadores y el Director de Tiro.
El cañón Oerlikon-Contraves bitubo de 35 mm., también puede usarse sin energía eléctrica. Posee una serie de volantes y manivelas, para elevar ó bajar el cañón y girar a izquierda y derecha, aunque seguir un avión, apuntar y disparar, se hace sumamente lento y engorroso, (lo probamos), quedando el cañón muy vulnerable a un ataque, por lo que su utilidad, en forma "manual" sería casi nula. Aunque sí sería útil para disparar contra tanques, vehículos ó tropas enemigas, (tierra-tierra).
Dicho cañón se dispara automáticamente desde el director de tiro, apuntado por el radar del mismo. Pero en caso de destrucción del director de tiro, la Dotación del cañón puede recargarlo y dispararlo por sí sola. Para eso habíamos sido entrenados.
Hablando de la dotación del cañón, la misma está compuesta por 6 (seis) soldados, tres arriba del mismo y tres abajo, en tierra, cada uno con un número y una especialidad, a saber: El Nº 1, (En la Pieza 1 el Autor), Busca los blancos, Apunta el cañón y lo dispara; Nºs 2 y 3. Toman los peines de munición y los colocan en los Depósitos de Munición del cañón, a medida que éste dispara; Nºs 4 y 5. Sacan los peines de munición de sus cajas de madera y se los alcanzan a los Nºs 2 y 3 ; El Nº 6. Está junto al generador de electricidad, controla y recarga combustible, y eventualmente, lo repararía en caso de rotura.
Luego de acomodar, conectar y dejar en funcionamiento los cañones y el Director de Tiro, nos dedicamos a acondicionar La Cueva", aquella zanja en la que viviríamos mientras estuviésemos allí. Para ello, conseguimos unos durmientes de ferrocarril, junto con un par de rieles que trajimos de la base aérea, antes de enterarnos que estaba rodeada de un campo minado.
Cruzamos los durmientes y los rieles a ras de la tierra, como techo, y sobre ellos colocamos las lonas de nuestras carpas; a continuación echamos tierra, piedras y arbustos, con lo que la cueva quedó camuflada, como puede observarse en una de las fotografías. Viniendo en avión desde el mar, ésta no se vería. De una tapera cercana, la única, que estaba en ruinas, quitamos chapas y una puerta y las usamos para cerrar la entrada. Al principio dormíamos sobre la tierra, pero como cuando llovía, entraba agua por la rampa, y se inundaba, cavamos un foso en el centro del piso, y colocamos durmientes cruzados sobre él. Ahora podíamos dormir secos.

En cuanto al tema de dormir, la orden fue acostarse con uniforme completo, abrazados al fusil y con borceguíes puestos y atados. Los cascos y municioneros estaban en un estante, labrado en la pared de tierra, sobre nuestras cabezas.

Ahora, quedaba cavar nuestros" pozos de zorro". En la dura tierra patagónica, mezcla de arena y caracoles, antiguo fondo marino, nos pusimos a cavar. Costó mucho cavar esos pozos que nunca usaríamos.

Publicado por Sergio Gustavo Ojea
Fuimos Movilizados 2/3
ALERTAS ROJAS

Todas las noches debíamos hacer guardia en el cañón, así como en el día, esperando que sonara la bocina del director de tiro para ponerlo en automático (disparo asistido por radar). Cada soldado hacía una guardia de una hora y cuarenta minutos, (a mí me tocaba de las 00:00 Hs. hasta las 01:40 Hs.), luego despertaba al siguiente y se iba a dormir. Si podía. Tres o cuatro veces por noche sonaba la bocina, (alerta roja), y el soldado de guardia corría a despertar a sus compañeros. Entonces, todavía medio dormidos, nos levantábamos de un salto, con el fusil en la mano, tomábamos cascos y municioneros y corríamos afuera. En medio del campo, tirados cuerpo a tierra, vigilando a la vez el cielo y el horizonte, buscábamos helicópteros, aviones ó tropas comando dispuestos a atacar nuestra posición ó la base aérea.

Extraído de " Mis Vivencias en la Guerra de Malvinas 1.982 " de José Luis Martínez Eyheramendy (Blog muy interesante en Internet)

17-may. Rumbo al Sur.... B.A.M. San Julián.

" .... Sucedió algo que nos hizo pensar que los ingleses no sólo atacarían Malvinas sino también el Continente. Frente a la costa de Río Grande un submarino inglés dejó tres embarcaciones neumáticas con grupos comandos; fueron descubiertos por el Destructor A.R.A Bouchard que abrió fuego de artillería hasta que desaparecieron los ecos del radar, haciendo fracasar el intento enemigo, quién seguramente tenía la intención de sabotear las instalaciones y aviones desplegados en la base.
Se intensificó el patrullaje, tanto por medio de naves de la Armada como de la Prefectura, y se desplegó una fuerte defensa en la costa argentina. "
Prosiguiendo, 30 ó 45 minutos más tarde llegaba la orden de suspender el alerta roja e ir a dormir. Así 3 ó 4 veces por noche, todas las noches. De día también había alertas rojas, por sorpresa, en cualquier momento. Así, los militares cumplían con uno de sus más famosos dichos: " El soldado debe ser una pelotita de nervios, y no un pelotudo nervioso ."
Entre las alertas rojas noche y día, las "manijas", (castigos), durante el día, por el más mínimo error, o por gusto del suboficial de turno, y el entrenamiento intensivo, terminamos siendo la famosa "pelotita de nervios".
Otra cosa que aumentaba nuestra ansiedad y tensión nerviosa, era la espera,(a éste tema le dedico gran atención más adelantado el libro.). Corrían los días, y se oían en las radios uruguayas, ya que no en las argentinas, rumores alarmantes sobre los vaivenes de la Guerra.
Una noche sonó la alerta roja. El soldado de guardia nos despertó, y como una y mil veces, corrimos al medio del campo a cumplir nuestro deber. Esperamos. Silenciosos y atentos. Al fin escuchamos claramente ruido de helicópteros. Del director de tiro nos informaban que no sabían si disparar ó no. No sabían si eran amigos ó enemigos. Comunicados con la Fuerza Aérea, tampoco lo sabían. Era una noche estrellada y a simple vista pude distinguir dos bultos, que iban cubriendo las estrellas a medida que avanzaban. Al fin. El ruido se fue alejando y nuestro cañón no disparó. Lástima.
La dirección de los helicópteros era de este a oeste. Dos días después se halló en las cercanías de la ciudad de Punta Arenas, en Chile, un helicóptero inglés caído. Punta Arenas queda casi a la misma latitud que Puerto San Julián, pero del otro lado de la cordillera. Si esa noche hubiéramos disparado, quizás la Historia sería otra.
Quizá no se disparó para que no sucediera lo ocurrido unos días atrás en Malvinas. Días antes un avión argentino, en combate aéreo, penetró la zona de vuelo vedada y fue derribado por fuego amigo,(nuestros cañones). Se perdió el avión y su piloto murió.
Los que sí dispararon, según parece, fueron los soldados de un "Compañía Fantasma", que estaban apostados al suroeste de nuestra posición.
Extraído del Diario Clarín del Lunes 21 de mayo del 2.007.
"Malvinas 25 años después: El Helicóptero inglés que cayó en Chile.
La Compañía Fantasma que derribó al Sea King.
A 25 años de la guerra, un grupo de soldados argentinos revela que en la madrugada del 18 de mayo de 1982 balearon un helicóptero. Creen que es el que cayó en Punta Arenas, Chile.
El 25 de mayo tres soldados ingleses, dos pilotos y un navegante del Sea King aparecieron sanos y salvos en Chile y fueron llevados a Santiago. Del grupo S.A.S., (Special Air Service, grupo comando), que los acompañaba, nada se sabe.
Pero 25 años después, 7 ex-soldados A.O.R., del Regimiento 24 de Infantería de Río Gallegos, contaron una experiencia. Estaban asignados a la Compañía "C" de esa Unidad. Una Compañía que no existía entonces, y que no existe hoy en los papeles oficiales. Era una Compañía Fantasma. " (Nota del Autor: todos los soldados participantes en la Guerra, habíamos sido notificados por nuestros oficiales de un posible ataque, por parte de tropas chilenas, en la frontera. Desde 1.978, Chile quiere usurpar la Patagonia Argentina, y ahora eran aliados, no tan secretos, de los ingleses. Estando Argentina combatiendo en el lado este del país, se encontraba, supuestamente, vulnerable por el lado oeste, ante un ataque de los chilenos, que no desaprovecharían la oportunidad. De ahí que hubiera "Compañías Fantasmas" argentinas apostadas a lo largo de la frontera con Chile, en los pasos y puntos más calientes. Estas compañías eran "Fantasmas", y no figuraban en los registros oficiales, porque era Políticamente Incorrecto desconfiar de un país " Hermano", y, enviar tropas a la frontera, oficialmente, hubiera sido visto como un acto de Hostilidad, en ese momento, en que Argentina estaba en guerra. Lo que todos sospechábamos, años más tarde fué ratificado, nada menos que por Margaret Tatcher, Primera Ministro de Inglaterra, en 1.982, al agradecerle públicamente al Dictador chileno Pinochet, su "AYUDA" en la Guerra de Malvinas. Si buscan información en Internet, verán que esta ayuda fue bastante completa, desde dejar volar aviones reda en el espacio aéreo chileno para vigilar las bases en el Continente, hasta recibir helicópteros con comandos ingleses, que no podían volver a la Flota por problemas de combustible, y mucho más. En las relaciones británico- chilenas durante la guerra, pasaron muchas cosas, pero de una investigación se podría desprender que Chile no invadió Argentina, al serle desaconsejado por Inglaterra).
Continuando con la compañía fantasma, según el mencionado Diario Clarín, podemos decir que : " Esa Compañía custodiaba una precaria pista de aterrizaje, en un campo, a unos 38 Kms. al sur de Río Gallegos.
El soldado clase 63 Piccin cuenta: Había una niebla muy espesa. Pero el ruido nos llegó del mar.... el helicóptero iba y venía...como si buscara algo.... hasta que decidí tirarle. Le vacié un cargador y moneditas....Al otro día nos enteramos que un Sea King había caído en punta arenas.
Los tres tripulantes del Sea King, Hutchins, Bennet e Imrie, fueron condecorados al final de la Guerra." (Nota del Autor: Por caerse con el helicóptero no será, no?).
Extraído de " Mis vivencias en el Guerra de Malvinas 1.982" de José Luis Martínez Eyheramendy.
"19 y 20-MAY. Días muy tranquilos y sin actividad aérea.
...." También sucedió algo muy curioso, ya que en las proximidades de Punta Arenas.... apareció un helicóptero británico destruido Sea King (za-290), tal vez a raíz de un accidente, pero se sospechaba que lo habían hecho sus tripulantes quienes serían un cuerpo comando con la misión de atacar las bases en el sur de la Argentina. Por tal razón, se reforzó la seguridad de las mismas y se empezó a patrullar y rastrear también en el Continente".
EL HAMBRE
Las alertas rojas y las manijas no eran las únicas "torturas a las que estábamos expuestos por nuestros mandos. El hambre era una de las peores.
Solamente los que verdaderamente han pasado hambre, pueden saber lo que es soportar el dolor de estómago y los ruidos que éste produce cuando recibe un alimento miserable, y se está haciendo ejercicio y con la tensión nerviosa exacerbada. Hora tras hora, día tras día, semana tras semana, el estómago duele, los ruidos que provoca se oyen a metros de distancia, y uno piensa, que si lo encontrara, se comería hasta un perro muerto para calmar el dolor. Pero no hay perros en esa yerma tierra helada.
Un día, hartos ya de tanto hambre, unos soldados y un suboficial tomaron un jeep y salieron a cazar con sus F.A.L. Cazaron un guanaco y lo trajeron para asarlo. Me tocó un gran muslo trasero, que tenía un sabor muy amargo, no sé si porque la carne de guanaco es amarga, o porque estaba casi calcinado por las llamas. Lo comimos con verdadero deleite.
Otra vez volvieron a salir a cazar. Trajeron dos ovejas viejas, (no corderos), que el "Paisano" Ll..... , degolló y cuereó. También comimos bien esa vez. Hasta demasiado, y nuestro estómago no lo soportó. Terminamos haciendo nuestras necesidades en medio de la nieve..
Esas fueron las únicas dos veces que nos salimos de la dieta militar, la cual consistía, comúnmente, en un bodoque de 6 x 6 cms. de carne hervida y reseca, de Dios sabrá qué animal, y una hoja de lechuga magullada, ó, a veces, puré líquido. Y una pieza de pan "Felipe" por soldado.
PAN !!!! Qué recuerdos !!!! El soldado que repartía el rancho en un Camión UNIMOG, iba atrás, solo, con una gran canasta de pan y cacerolas gigantes con la comida. Cuando se acercaba a la posición y el camión se detenía, bajaba de la cabina un suboficial a controlar que no nos sirviera de más. Hacíamos la cola, con nuestras marmitas en la mano y, una vez servidos, dejábamos paso al siguiente. Cuando terminaban de repartir la comida, el suboficial volvía a la cabina y el camión arrancaba. Entonces le gritábamos al soldado de la caja : "Che, loco, tirá pan". Y él, seguramente condolido por nuestro hambre, iba arrojando "felipes" del camión, a veces en un recorrido de 50 metros ó más. Entonces, esperábamos que el camión se perdiera de vista e íbamos recogiendo los panes para agregarlos a nuestra dieta. A veces caían en la tierra, la nieve ó el barro, también sobre bosta de oveja, pero no nos importaba. Sabían igualmente deliciosos. Desde aquí, un GRACIAS, a ese soldado desconocido, por su generosidad.
Continuando con el hambre, cuando íbamos al pueblo y nos daban un rato de libertad, aprovechábamos para llamar por teléfono a nuestras familias y les pedíamos que nos mandaran, por encomienda, algo para comer. La situación económica del país no era muy boyante en ese momento, pero cada familia mandaba lo que podía. Las encomiendas nos llegaban abiertas, y siempre faltaban la mitad de las cosas. Nosotros creíamos, sinceramente, que eran los suboficiales los que se quedaban con esas cosas.
Había particularmente un suboficial, " El Indio L......, que nos trataba verdaderamente mal. Sin necesidad, nos castigaba por cualquier cosa, sólo por mirarlo a la cara, etc. "Que me mira, tagarna, acaso le gusto?", y venía el castigo. Un día pescó a un camarada y amigo, el soldado Jorge P...... , escribiendo en su diario, se lo sacó de las manos y leyó su contenido. Decía algo así como: " El indio L.... ayer nos pegó una manija bárbara ". Casi le da un ataque. El morocho se puso pálido y grito: "Cómo indio ?". Carrera-mar, cuerpo a tierra, salto de rana. Casi lo mata a nuestro amigo con la manija que le dió.
Estaba siempre borracho y se desquitaba con nosotros. En secreto, nosotros murmurábamos, " Si se arma una balacera, una bala podría salir para el lado del "indio", no?.
Años después me enteré que murió de cirrosis. Que el Diablo lo mantenga en el Infierno, y no lo deje salir.

ENFERMEDAD
Un día, el soldado Jorge B... , comenzó a sentirse mal. Con mucho cansancio, casi no podía moverse y su piel se puso amarilla. Trajeron a un médico para que lo revisara y le fue diagnosticado: Hepatitis. A Las dos semanas, y justo al término del período de incubación, otro soldado cayó enfermo. El soldado Javier G..... comenzó con los mismos síntomas, y otra vez el médico diagnosticó Hepatitis.
Esta no es una enfermedad muy simpática para contagiarse, ya que la misma puede dejar secuelas, en el hígado, para toda la vida.
Todos los demás soldados estuvimos esperando quién sería el próximo en caer enfermo, durante dos semanas. Habíamos compartido cubiertos, vasos y comida, y sabíamos que la hepatitis es sumamente contagiosa. Pero al término del período de incubación, nadie más cayó enfermo, así que todos pudimos respirar tranquilos.
En cuanto a los dos soldados enfermos, nadie nos dijo a dónde los enviaron, así que supusimos que a algún hospital ó clínica en nuestra ciudad, Mar del Plata, donde ahora estarían recibiendo las visitas de sus familiares y amigos. Pensamos que tenían mucha suerte.
Pero la Historia sería otra, y muy interesante, por lo que, desde aquí, le pido a mi Camarada Javier G... , que se las relate, así como cualquier otro recuerdo que yo haya pasado por alto. También le pido, humildemente, que sea co-autor de este libro, y plasme sus sentimientos, pensamientos, etc., en él.
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EL FRIO
Ese invierno de 1.982 fue muy frío. En nuestra Posición, la temperatura llegó a descender hasta un mínimo de 22º bajo cero. Como dije, las camperas de abrigo llegaron a principios de junio, así que todo el mes de mayo, y algunos días más, lo pasamos vestidos con nuestro uniforme habitual de Mar del Plata.
Recuerdo que en nuestra ciudad, en un invierno terriblemente frío, la temperatura bajó a 8º bajo cero.
Dicho uniforme consistía en borceguíes, medias de algodón, pantalón y camisa de " grafa", chaquetilla de tela, calzoncillos largos y camiseta, y una polera liviana, de lana fina, por si estaba fresco. Con la temperatura que había, la manta poncho era imprescindible, así que la usábamos tanto de día como de noche. Sobre todo cuando hacíamos guardia nocturna en el cañón. A mí, me tocaba de las 00:00 Hs. hasta las 01:40 Hs.Había que estar atento, no se podía fumar,(sí a escondidas), y a veces caminaba ó saltaba para entrar en calor. Cuando terminaba, iba a la cueva a despertar al compañero siguiente, y de paso, con mi sable bayoneta rompía la capa de escarcha de 1 cm. de espesor que se formaba sobre el casco que teníamos puesto.
Un día comenzó a nevar. Luego nevaba más seguido. Los pies, aún con dos pares de medias, se congelaban por andar en la nieve, y el barro helado, con los borceguíes de cuero. Cuando ya no soportábamos más el frío en los pies, los poníamos sobre un fuego encendido al efecto, con borceguíes y todo. Y, cuando empezábamos a sentir el calor, ya era tarde. Los pies parecían quemarse y los borcegos echaban humo. Los soldados se paraban de golpe y comenzaban a salta y zapatear, y a correr de un lado para otro, como locos. Le llamábamos " La Danza de la Lluvia ".
Hubo días en que la nieve no se derretía y tenía unos 25 cms. de altura. Nevaba todos los días, y bajo esa nieve y con el suelo cubierto de hielo machacado, a nuestros oficiales se les ocurrió entrenarnos para marchar en desfile. En unas semanas, juraríamos la Bandera.
Como hasta ahora casi no habíamos practicado desfile, y ahora lo hacíamos sobre las calles del pueblo, cubiertas de hielo sólido, los desfiles eran un desastre. Soldados que caían, las filas no se podían mantener rectas, escarcha que volaba al clavar el taco y enceguecía al de atrás, etc.
Entonces, como no sabíamos desfilar, y para castigarnos, nuestro suboficial nos llevó a la cancha de fútbol del club del pueblo y nos " manijeó" un rato. Pero no fue el castigo habitual porque allí había acumulados 30 cms. de nieve. No lo olvidaré en mi vida. Carrera mar-cuerpo a tierra. Carrera mar- cuerpo a tierra. Los codos golpeaban el suelo y las manos, por el peso del fusil, y con éste, se hundían en la nieve. Entraban y salían de la nieve, cada vez más insensibles y agarrotadas al fusil. Carrera mar- cuerpo a tierra. Carrera mar- cuerpo a tierra.
Cuando al suboficial se le cansó la garganta, unos 45 minutos después, nos llamó y simplemente dijo : "Rompan filas ". Los soldados nos mirábamos unos a otros. Estábamos agotados y pensábamos en cómo soltar el fusil, ya que las manos estaban azules y el metal del arma quemaba.
Los días transcurrían entre alerta rojas y entrenamiento durante el día y guardias nocturnas y alertas rojas por las noches.
Por ese tiempo llegó una Compañía del Regimiento 7 de Infantería de Chaco. Los pobres muchachos, acostumbrados al calor de su tierra, sufrían el frío mucho más que nosotros. Se apostaron delante de la base y detrás nuestro. También vino a reforzarnos un grupo de la Fuerza Aérea, con cañones de 20 mm. que eran anteriores a la 2º Guerra Mundial. Al lado de los nuestros, parecían de juguete. Con refuerzos de Infantería y Artillería, cada vez estaba más claro que el enemigo atacaría las bases aéreas en el Continente. Nosotros no teníamos duda alguna. Sólo había que esperar el momento.
Extraído de " Mis vivencias en la Guerra de Malvinas 1.982 " de José Luis Martínez Eyheramendy.(Ver su blogspot en Internet.)
" 9-JUN : Sorpresivamente nos trasladamos.
Nos despertaron a las 02:00 Hs. de la madrugada diciendo que teníamos que irnos, ya que aparentemente, se habían detectado comandos ingleses en el Continente, específicamente en la zona de Comodoro Rivadavia y debíamos salir cuanto antes de acá.( Nota del Autor: Salir de la B.A.M. San Julián). Agarramos nuestras pertenencias y fuimos saliendo en silencio, yo pensaba que lo único que nos faltaba era ser atacados, sabía que no era una idea remota, ya que estaba en los planes de los malditos ingleses atacar el Continente.
A las 03:00 Hs. llegamos a la Base, nos esperaba un Hércules C-130, pusimos todas nuestras fuerzas y empeño para cargar los equipos de apoyo, luego se designó al personal que embarcaría en el primer vuelo, yo me encontraba en ese grupo. Nos trasladaban a Río Gallegos. "
Publicado por Sergio Gustavo Ojea en 19:21 0 comentarios
Fuimos Movilizados 3/3
LA ESPERA
Nuestro objetivo era dar cobertura, (protección), antiaérea a la base aérea que estaba a nuestras espaldas, en caso de ataque aérea. Pero nuestra Unidad también podía funcionar como tropa de infantería en casos de ataque por tierra, de tropas regulares ó comandos.
Cada tantas noches nuestros suboficiales, sobre todo si habían bebido de más, jugaban un " jueguito". (Si hubieran sabido lo peligroso que era, para ellos, no lo habrían jugado más).
El juego era este: Luego de la hora de acostarse quedaba un soldado de guardia en el cañón, y a veces algún amigo, que no podía dormir, se quedaba con él charlando y fumando. (A escondidas). Entonces los suboficiales aparecían por detrás nuestro, a rastras, tratando de sorprendernos durmiendo o distraídos, como si fueran comandos ingleses. Todas las veces los descubrimos.
Una noche, el soldado Jorge P.....y yo estábamos levantados. El de guardia, y yo había salido a orinar y me había quedado charlando. Parados uno frente al otro, no recuerdo quién de los dos, notó un movimiento extraño detrás de los barriles de gas-oil del generador. De inmediato nos arrojamos al suelo y gritamos "Alto, quién vive ¡¡¡", tres veces, como era la orden. Como no obtuvimos contestación cargué el fusil y ante este sonido, sí llegó la respuesta: " Cabo primero C....". Al reconocer la voz, los dejamos avanzar, no sin vigilarlos, y llegaron hasta nosotros muy enojados, (no se sí del susto, porque cargué el fusil, y pensaron que les dispararía). Para demostrar ese enojo, el cabo primero C...., nos puso rodilla a tierra y sacando su cuchillo del cinturón, nos dijo que los habíamos dejado llegar demasiado cerca, mientras presionaba la punta del cuchillo contra la parte inferior de mi mandíbula. Cuando yo empecé a presionar, (quería que se clavara, para que viera que no le tenía miedo), el empezó a aflojar.
Los habíamos descubierto a más de 60 metros, en plena noche cerrada, pero ellos no querían dar su brazo a torcer. En fin, ahí terminó un incidente.
Esta parte está titulada La Espera, y sobre ello hay mucho y a la vez, muy poco que decir.
La tensión nerviosa, la presión permanente de oficiales y suboficiales, las noticias y rumores dudosos sobre el curso de la guerra, las alertas rojas, el ver que muchos aviones salían de la base y pocos regresaban, el correr de los días, las 24 Hs. de alerta, todo esto nos mantenía en un estado mental alterado, una especie de stress, en el que , ya harto de la situación, por lo menos yo, terminé pensando : "Vengan y mátenme de una vez, hijos de puta. Sólo pido llevarme, aunque sea uno conmigo. "
Ese pensamiento, ó decisión ó pedido, no se como definirlo, de "Vengan y mátenme....", produjo un punto de quiebre en mí que, aún 26 años después, no puedo recomponer.
¿Acaso el estar cerca de la muerte, (Es una guerra, en cualquier momento, pueden atacar y matarte), nos hace Valorar más ó menos la Vida?
Estoy seguro que la mayoría dirán: "Te hace valorarla más; pensás en tu familia, tu futuro, lo que perderías si murieras, esposa, hijos, etc." Todas esas cosas que le dirían, por ejemplo, a alguien que quiere suicidarse.
Yo no pienso así. Desde ese quiebre, tomé conciencia de la realidad de la muerte. No se dice "si te morís", se dice "cuando te mueras", la diferencia es el tiempo. La muerte me sigue a todas partes como mi sombra. Con una diferencia. Si estuviera solo, en el medio del campo, en una noche sin luna y sin estrellas, no tendría sombra. Pero aún así, en ese lugar, la muerte estaría allí conmigo. Como una madre protectora, esperando para llevarme en su regazo. Cuando llegue nuestro momento vamos a morir. Nada, ni nadie, lo impedirá. Como dije antes, la diferencia es el tiempo. Sólo hay que esperar que llegue.
Pero hablando de valorar la vida, en una guerra, no sé quién puede hacerlo. Estamos esperando que venga el enemigo para matarlos. No pensamos en valorar sus vidas, sino en cegarlas como con una guadaña. Cuantos más matemos, mejor. No importa cómo, sino cuántos matemos. Matarlos. Eso es lo que pensaba yo, y lo peor es que todavía lo pienso. ¿Por qué no entramos en combate? Poder matar uno, aunque sea!!! Que locura, ¿no?
Conversando con algunos compañeros de guerra, uno me confesó que él se pasaba los días llorando. No encontraba otra forma de hacerle frente al conflicto. Cuando nos preguntaron, nuestros oficiales, quienes éramos voluntarios para ir a Malvinas, la mayoría, y yo dijimos Sí. El, y otro dos ó tres, se negaron, y los dejaron para la última baja.
¿Cómo no me iba a ofrecer de Voluntario? Quería matar enemigos. Y, lo que es peor, algunos de mis compañeros, (los he oído decirlo) y sobre todo yo mismo, pensamos que si nos llamaran del Ejército y nos dijeran "¿Quieren volver a la Guerra?, con 45 años, varios kilos de más, avejentado por años de trabajo, y en condiciones físicas, algo menos que deplorables, diría "SI!! Sólo denme un fusil. Díganme dónde está el enemigo, y yo me encargo."
Y si alguien preguntara. "¿Y tu familia, tu esposa, tu hijo, si te matan, no te importa?" Mi respuesta sería NO.
Si alguien se pregunta si valoro la vida, ya podrán ver que no es así. Por lo menos la mía. Sí la de los demás, porque pienso que ellos la valoran más que yo.
Pero, ¿Cómo valorar la vida, si ésta no tiene valor para la Sociedad, en general?, ¿ Acaso a muchos les importan los que mueren en las distintas guerras?, ¿ Qué maten adolescentes todos los días, para robarles zapatillas, ó celulares, le interesa a alguien?, ¿ Que todos los días mueran hombres y mujeres en asaltos a comercios, robos de autos ó accidentes de tránsito, qué importancia tiene?.
La Vida, en su esencia, como la conocemos, no tiene valor. (Sólo para las compañías de seguros y porque es un negocio). Terminar una vida, es como quebrar una ramita entre los dedos, y se tarda el mismo tiempo en hacerlo.
Perdonen si profundicé un poco en mis pensamientos de la época de la guerra y los de ahora. Pero sería deshonesto si no los expresara como los siento.
Este libro es para relatar lo que pasó allí, en la Guerra, y los sentimientos, forman parte de ello. Una parte muy importante, ya que, ( lo he comprobado), dejan secuelas de las que para algunos, es difícil, sino imposible deshacerse. Créanlo ó no, cuando uno toma la firme decisión de acabar con una vida ó muchas, si puede, esa decisión deja una marca en el alma. Luego de esa decisión, el mundo se ve de un modo diferente. Uno piensa que matar, puede ser un modo más de resolver una disputa. Ya se deja de ser normal. Uno podría convertirse en asesino, sólo por aplicar esa filosofía. O en suicida. Se ve la muerte como una forma fácil de escapar de los problemas que nos aquejan. Total, si estuve dispuesto a matar ó morir una vez, que importa ahora. Por eso es que muchos Ex-combatientes,(que estuvieron en combate), se han suicidado. También lo han hecho algunos que estuvieron movilizados en el Continente. Es una salida fácil para dejar de sufrir con los recuerdos de ayer y huir de los problemas de hoy. Yo mismo lo he pensado muchas veces, hasta la forma de hacerlo parecer un accidente, para que lo cubra el seguro de vida. Por tres veces tuve mi revólver amartillado en la sien. Era tan fácil. Sólo una muy leve presión, y en un segundo, ADIOS. Si no lo hice, fue por mi familia. Llegado el último momento, pude reconsiderar. Otros, lamentablemente, no pudieron. Mi familia me ha contenido todos estos años, a duras penas, a veces. No sé que pase en el futuro. Espero que lo mejor para ellos y para mí.
Mi siquiatra tendrá algo que decir al respecto, si lee este libro. Se lo voy a mandar. Quizá, hasta me ayude en mi tratamiento.
¿ Acaso les extraña que vea a un siquiatra, ó que esté medicado con antidepresivos y demás? A mis compañeros de armas, no. Ellos están igual. Muchos empezaron tratamientos psiquiátricos antes que yo. Parece que no podemos olvidar, que nunca dejaremos de ser " Una pelotita de Nervios".
Ahora, luego de esta larga diatriba sobre los sentimientos, la vida y la muerte, proseguiré con mi relato.
Al final, increíblemente la espera terminó. Pero no como nosotros queríamos. Era el 14 de junio de 1.982, y nuestros oficiales, nos informaron que la Guarnición en Puerto Argentino, Islas Malvinas, se había rendido.
Fue como un balde de agua fría, no lo podíamos creer, aunque ahora había como un sensación de alivio alrededor. Se nos informó que las hostilidades podrían recomenzar. Con esa sensación de "posible" alivio rondándonos, seguimos haciendo guardias y a la vez, preparándonos para la jura de la Bandera.
Y así, llegó el 20 de junio. El desfile no fue muy gallardo, y dimos el "Sí, juro ", como respuesta a la conocida frase: " Juráis defender la Patria, y seguir constantemente su bandera, hasta perder la vida?".
Juramos la Bandera en la calle principal de ese pueblito llamado San Julián, sin embargo en el diploma de jura dice: […]" Juró la bandera.... en Mar del Plata."
Poco queda por decir luego de eso. Partimos de regreso a Mar del Plata, a fines de junio. Hicimos todo el trayecto de vuelta en los camiones. Por los pueblos que pasábamos, la gente se juntaba a saludarnos y vitorearnos como héroes.
Al fin, luego de muchos días de viaje, llegamos a Mar del Plata. Nuestros familiares estaban esperándonos a lo largo de la ruta y en la puerta del GADA. Cuando entramos a la ciudad, por la Ruta 88, había mucha gente desconocida esperando para saludarnos. Éramos los hijos de la Ciudad, que volvíamos a casa, de una Guerra que nunca debió ocurrir.
Al entrar al GADA, dejaron pasar a nuestros familiares y pudimos saludarlos y abrazarlos, luego de lo que parecían años.
Estábamos flacos, sucios, hambrientos, con las orejas y narices en carne viva, por el frío y el viento patagónicos, pero estábamos felices. Aunque esta felicidad, se veía opacada por haber perdido la guerra.
Cuando por fin llegamos a la Batería, fuimos recibidos por el Jefe de Batería como "los héroes del TOAS".
Luego, todo sería vida de cuartel, aunque más relajada. Así pasaron los días, hasta que llegó el 20 de agosto, y nos dieron de baja.
LA BAJA
El 20, devolvimos todos los equipos y uniformes que nos había dado el Ejército y vestimos nuevamente nuestras ropas de civil.
Pero, como dicen, "el hábito no hace al monje"
En cinco meses y medio, incluidos dos en el sur, de Servicio Militar, había olvidado lo que era ser "civil". Supongo que viene de la palabra "civilizado" o "civilización". Nada que ver con lo que habíamos vivido los últimos dos meses.
Nos habían enseñado a matar de mil formas diferentes, nos entrenaron para odiar al enemigo,(otros seres humanos), de tal forma que solo deseábamos tener la oportunidad de matarlos, asesinarlos, sin piedad ni misericordia. Nos contaban historias de los Gurkas. Que asesinaban dormidos a nuestros camaradas, abrían sus estómagos, les cortaban la cabeza y se las metían en ellos. Nos habían amenazado con que si desertábamos en tiempo de guerra, nos fusilarían. ¿ Qué desertar ? Queríamos enfrentar al enemigo y matar a todos los que pudiéramos. No nos sacábamos de la cabeza el "ojo por ojo y diente por diente".
Y ahora nos decían. Bien, pueden irse a vivir sus vidas de civiles y que les vaya bien.
Nos programaron día tras día, semana tras semana, mes tras mes, mental y físicamente, como máquinas de matar, y ahora, nos echaban a la calle, sin más.
Ajustarme a la vida de civil nuevamente, no fue fácil, mi cerebro borró muchos recuerdos de los dos ó tres años posteriores a la Guerra. Entre las cosas que aún recuerdo, figuran que no pude dormir en una cama, por no sé cuánto tiempo. Bajaba el colchón al piso, y allí dormía. A veces, muchas, vestido y calzado. Si salía a la calle y oía algún avión ó helicóptero, me quedaba clavado en el suelo, y lo buscaba con la vista tratando de identificarlo y ver sus maniobras. Hasta que no lo ubicaba, no dejaba de buscarlo. Todavía, a veces, lo hago.
Dormir era muy difícil, las pesadillas sobre alertas rojas, enemigos acechando y combates, me despertaban tan alterado, que ya no podía seguir durmiendo. Estas pesadillas duraron muchos años y aún hoy, aparecen de vez en cuando. Por las calles andaba como sonámbulo, caminando kilómetros; Solo, y sin hablar con nadie me pasaba días. Mi pobre madre sufría diariamente por mi comportamiento. No quería hablar con mi familia sobre lo que habíamos pasado en la guerra.
Luego de muchos años, me junté con compañeros que estuvieron el la guerra conmigo, y casi todos ellos vivieron las mismas situaciones. Vivimos encerrados en nosotros mismos por años.
El Ejército y la guerra, nos dijeron:
"Conviértanse en máquinas de odiar y matar; esperen la oportunidad mientras sufren ; y luego : Váyanse y arréglense."
Puedo decir que, personalmente, y por muchos compañeros con los que he hablado, la Guerra de Malvinas marcó nuestras vidas de tal forma, que aún hoy , 26 años después, sigue influyendo, negativamente, sobre nuestras personas y nuestras familias.
Antes de irme de baja del cuartel, y como había estado en el TOAS, Teatro de Operaciones del Atlántico Sur, según el Ejército, en ese momento, quise dejar constancia de mi participación en aquella Guerra. Solicité al Jefe de Batería, Teniente Primero R....., que me hiciera un certificado con firma y sello oficial, el cual decía: " El Soldado clase 63 ......, fue movilizado al TOAS, durante la Guerra por las Islas Malvinas".
Con ese certificado, cuando el Gobierno Nacional, allá por los noventas, aprobó la Ley de Veteranos de Guerra, solicité una Certificación al Estado Mayor General del Ejército, (EMGE), a fin de que me otorgaran la pensión de guerra correspondiente.
Cuál no sería mi sorpresa al contestarme el Ejército que no figuraba en sus listados. Así pasó con todos mis compañeros de armas.
NOSOTROS PARTICIPAMOS EN UNA GUERRA, NOS OFRECIMOS COMO VOLUNTARIOS PARA IR AL FRENTE DE COMBATE, OFRECIMOS DAR LA VIDA POR NUESTRA PATRIA, Y LA PATRIA, O MEJOR DICHO, SUS POLITICOS DE TURNO, OTRA VEZ NOS DECIAN: “VAYANSE Y ARREGLENSE”.
Por mi parte, no queda más que decir. Invito a mis Camaradas de Armas, a contar aquí sus experiencias personales y dar su opinión sobre la Guerra. Les aseguro que es como una forma de exorcizar nuestros fantasmas del pasado. Por lo menos yo, puedo sentirlo así.
FIN
Mar del plata, 2 de enero de 2009.
Publicado por Sergio Gustavo Ojea